La demanda de tratamientos de lipofilling facial se ha visto incrementada en los últimos años. La lucha contra el envejecimiento nos lleva a investigar y desarrollar nuevos tratamientos menos invasivos para rejuvenecer nuestra expresión y apariencia. Pero, lo primero que debemos tener en cuenta es cómo se desarrolla el proceso de envejecimiento de la cara. Esta es, sin duda, la mejor manera de elegir y desarrollar técnicas que permitan conseguir unos resultados notables y naturales.
Con el paso de los años, nuestra fisionomía facial va cambiando. Podemos decir que todos los tejidos de la cara, menos el cartílago, se van atrofiando. El hueso, los músculos y la piel se van degenerando, mientras que el cartílago permanece inalterable. Por eso, son muchas las personas que consideran que las orejas y la nariz crecen con el paso de los años. Sin embargo, lo que ocurre es que el resto de tejidos es que van perdiendo densidad y volumen.
En este escenario podemos comprender mejor que los rellenos faciales con grasa del paciente pueden convertirse en la mejor solución para rellenar surcos y dar volumen a zonas deprimidas del óvalo facial. Una de las grandes ventajas de este procedimiento, conocido como lipofilling facial, es que es menos invasivo que otro tipo de técnicas. Pero, además, consigue revertir los síntomas del envejecimiento en el rostro. Las cirugías menos invasivas presentan muchas ventajas, ya que son menos traumáticas para el paciente y el postoperatorio es mucho más llevadero.
Las infiltraciones de grasa en la cara suelen realizarse en la zona de los pómulos, el contorno de los ojos, la zona de la boca y la nariz. En muchos casos, el lipofilling facial puede combinarse con otras técnicas como es el caso de un lifting facial. Aunque habrá que realizar una valoración previa para atender las necesidades concretas de cada paciente.
Una de las dudas que más veces le plantean al Doctor Díaz Gutiérrez, cirujano plástico en Madrid, es de dónde se extrae la grasa para las inyecciones. Puede obtenerse de diversas zonas corporales, aunque lo más habitual es extraerla de las rodillas, los flancos o la zona abdominal. El proceso es sencillo, seguro y los resultados son, cuando menos, sorprendentes.