El cirujano plástico no es nada sin el personal de enfermería, auxiliares y celadores que ayudan día a día en cada cirugía
Hace exactamente 10 años, estando de guardia, recibí el aviso de que habían trasladado a un niño que se había cortado con un cristal seccionando los vasos y nervios del brazo derecho. Tras 8 horas de intervención pudimos reparar todas las estructuras que se habían lesionado.
Durante todo el tiempo en el quirófano, estuvieron conmigo los dos compañeros que salen en esta foto: el Dr. Laloumet, brillante cirujano plástico y en aquel tiempo residente de mi servicio, y Ana Ambélez, DUE instrumentista. Fueron momentos muy críticos y de verdad que, sin ellos, hubiera sido IMPOSIBLE llevar a buen fin la intervención.
Normalmente, los pacientes nos agradecen el esfuerzo y logros a los médicos que los tratamos, seguramente porque somos a los que ven. Pero, muchas veces, no se dan cuenta de lo que hay detrás de un buen trabajo: el esfuerzo que no se ve, no se escucha y que, injustamente, se reconoce menos, es el esfuerzo de todo el personal de enfermería, auxiliares y celadores. El cirujano plástico no es nada sin ellos.
Ana Ambélez es una de esas personas. Desde hace exactamente 10 años, he disfrutado de su ejemplaridad como instrumentista y, en algún momento, a lo largo de estos años, también empecé a hacerlo de su amistad. Es una persona muy querida y admirada entre sus compañeros y hoy, con enorme tristeza, he acudido a su despedida.
Se va de esta casa, el Hospital 12 de Octubre, para emprender junto a su marido –mi compañero y amigo el Doctor Forcada– un ilusionante proyecto profesional. Les deseo lo mejor en su nueva aventura juntos, y por mi parte, me mantendré cerca para celebrar con ellos, con vosotros, Ana e Iñaqui, todos vuestros logros.
Fdo.: Antonio Díaz Gutiérrez