Aunque creemos que la sociedad actual es más esclava de la apariencia física que nunca. No es cierto, desde la antigüedad el ser humano ha intentado agradar con su imagen. Aunque los cánones de belleza hayan cambiado con el tiempo, las obras de arte han dejado constancia de este hecho. Una cosa es cuidar nuestro aspecto: el peso, el modo de llevar el pelo, tener una sonrisa bonita, etc. Si bien es cierto que hay una gran diferencia entre preocuparnos por nuestra apariencia y obsesionarnos con nuestra imagen. Esta última cuestión puede convertirse en un trastorno angustioso e invalidante, como es la dismorfobia.
Hablamos de una patología psicológica en la que el individuo no acepta la imagen que proyecta. Provoca una preocupación excesiva por algún defecto real o imaginario. El individuo considera que este problema altera su apariencia física. El problema es más grave de lo que pueda parecer en un primer momento, ya que en la mayoría de los casos esta obsesión termina por interferir con la vida del paciente, afectando negativamente a su autoestima y su calidad de vida.
Los complejos físicos pueden ser por múltiples factores. Pueden estar relacionados con la forma o el volumen de alguna zona corporal como la nariz, el pecho, los glúteos, etc. Pero, también pueden ser relativos a diferentes aspectos de la piel (Acné, manchas, cicatrices, etc). Otros factores que pueden influir en la percepción del paciente sobre la imagen que proyecta, como el peso o las proporciones corporales.
La dismorfobia aparece cuando el paciente se siente acomplejado por una cuestión que no existe o en caso de que exista, las proporciones no son tan alarmistas como las personas comentan. Los pacientes que experimentan este trastorno no son capaces de aceptar su imagen y, muchas veces, son ellos mismos quienes distorsionan la realidad en su mente. Finalmente supeditan su comportamiento social a su imagen, esa que nunca llegan a aceptar.
El Doctor Díaz Gutiérrez quiere destacar que en estos casos la cirugía plástica no es la solución. Ya que el malestar por su imagen es interno e, incluso, obsesivo. La atención psicológica se vuelve crucial para solucionar esta patología que puede generar hasta cuadros depresivos.